El fin de dos reinos

El fin de dos reinos

ESTUDIAR LA PALABRA

EL FIN DE LOS DOS REINOS

EL REINO hebreo del norte, heredero de la Casa de José (esto es, de las tribus de Efraín y de Manasés, principalmente), llevaba el sonoro y prestigioso nombre de Israel. En esta época de la historia (siglos IX-VIII a.C.) se identifica Israel con Efraín, o con Samaría. Se habían desgajado de la monarquía davídica muy pronto, tras la muerte de Salomón. Sin embargo, mantuvieron la fe en YHWH, si bien con muchas dificultades, tal como testifican los profetas: Elías, Oseas y Amós. Nunca aceptaron la Casa de David, identificada con Judá; por tanto, sus reyes no forman parte del «hilo de las promesas mesiánicas». Este reino del norte, bullicioso y rico, propenso a aliarse con los fenicios y los sirios, se subleva contra el Imperio asirio y desaparece pronto de la historia. El año 722 a.C. el rey asirio Sargón II arrasa Israel, con su capital, Samaría, y deporta a su población al norte de Mesopotamia. Desaparece del mapa bíblico el «reino histórico de Israel», y con él buena parte de las tribus. Una tragedia aún no superada.

El reino hebreo del sur, Judá, con capital en Jerusalén, con su rey Ezequías, consigue librarse por esta vez de la destrucción asiria. El rey asirio Senaquerib pone sitio a Jerusalén (701 a.C.), si bien no la conquista. A Ezequías le sucede en el trono Manasés, rey proasirio, que gobernó durante 55 años (698-643); es uno de los reyes de Judá peor considerados.

Tras años de impiedad y debilidad, sube al trono de Jerusalén el rey Josías (641-609), que para la historia bíblica es uno de los mejores (si no el mejor) de los reyes de Judá. Josías, aprovechando la debilidad asiria, reconquistó el territorio del norte, sin conseguir restablecer las fronteras de David. Destaca sobre todo por su «reforma religiosa»:

 

  • Purifica el Templo de Jerusalén de imágenes de otros dioses extranjeros.
  • Unifica todo el culto a YHWH en el Templo de Jerusalén.
    Manda destruir otros santuarios dedicados a YHWH (Betel, Silo, Dan).
  • Concentra a los sacerdotes de estos santuarios yahvistas en Jerusalén.
  • La Pascua pasa de ser fiesta familiar, a ser fiesta nacional.

Mapa de los Reinos de Juda e Israel

ELOGIO AL REY JOSÍAS DE JUDÁ

«Antes que él no había surgido ningún rey que se volviese al Señor como él, con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas, según la doctrina de Moisés. Ni después de él se ha levantado nadie como él»

(2Re 23,25).

Tras este efímero tiempo de prosperidad, fundamental en la evolución del yahvismo como religión unificada en Jerusalén, y con la primera certeza de poseer un documento redactado con carácter normativo (2Re 22,8-9), la muerte en una batalla del rey en Meguido (609), cuando quería cortar el paso al faraón Nekao, ahogó todas las esperanzas (2Re 23,29).

El decadente Imperio asirio cedió el paso al «nuevo Imperio babilónico». Senaquerib, «un día… fue asesinado por sus hijos» (2Re 19,37). Asurbanipal (669-627) fue el último gran rey de Asiria. Un nuevo rey, de origen caldeo, Nabopolasar (626-605) vence a los asirios y funda el nuevo Imperio babilónico. Junto con los medos tomó Assur (614) y Nínive (612).

 

En Judá, después de los años gloriosos de Josías, sube al trono el rey davídico Joaquín (609- 597), teniendo que elegir ser vasallo de Egipto o de Babilonia. Fue un rey despótico, al que se enfrentó el profeta Jeremías. Antes de la «solución final» (la destrucción de Jerusalén y el fin de Judá), Babilonia realizó dos deportaciones de la población de Judá. La primera se sitúa el año 597; en ella va el nuevo rey de Judá, Jeconías, con la familia real. Para muchos estudiosos, en esta primera deportación iba también el profeta Ezequiel. Nabucodonosor deja en Jerusalén como «rey vasallo» a Sedecías (597-586), un rey débil e indeciso, que pide ayuda a Egipto.

CRONOLOGÍA

722 Los asirios destruyen el reino del norte (Israel) y Samaría. Fin de Israel.

622 El rey Josías de Judá inicia una reforma religiosa: centralización en Jerusalén.

605 Nabucodonosor derrota la coalición de Asiria y Egipto en Karkemish (Siria).

597 Primera deportación de castigo: el rey Joaquín y el profeta Ezequiel en Babilonia.

586 Nabucodonosor conquista Jerusalén. El Templo destruido. Fin de la monarquía davídica.

LOS ASIRIOS DEPORTAN A LA POBLACIÓN DE SAMARÍA/ISRAEL

732 Castigo y advertencia (rey asirio Tiglatpileser III).

722 Conquista de Samaría (rey asirio Sargón II).

701 Asedio de Jerusalén (rey asirio Senaquerib).

LOS BABILONIOS DEPORTAN A LA POBLACIÓN DE JERUSALÉN/JUDÁ

597 El rey Jeconías y su corte van al destierro. También el profeta Ezequiel.

587 Conquista de Jerusalén (rey babilonio Nabucodonosor).

582 Castigo de la población (Jer 52,28).

El año 587 los babilonios responden a la rebelión, sitiando Jerusalén. Un año después, el 586, conquistan la ciudad, la arrasan y destruyen el Templo. Sedecías es deportado a Babilonia; él es el último rey de la dinastía davídica. Años más tarde, Nabucodonosor aún manda realizar una tercera deportación de castigo contra Judá, dejando solo una pequeña parte de la población, los más pobres.

Las deportaciones de la población eran una práctica habitual entre los imperios que querían someter a la población conquistada. Pueblos enteros
han desaparecido a lo largo de la historia con esta práctica. En el caso de Israel y Judá se cuentan tres deportaciones respectivamente. La diferencia es que Israel desapareció para siempre de la historia, disuelta en el norte del Tigris y del Éufrates. Judá, por su parte, de forma aún sorprendente e inexplicable, sobrevivió y regresó a Jerusalén, con una fuerza y energía renovadas. El «protojudaísmo», cuya matriz es el yahvismo anterior al exilio, da sus primeros pasos.

¿Qué sabemos de Jesús?

¿Qué sabemos de Jesús?

Esta pregunta se la hace mucha gente. Sobre todo, en un tiempo en que hay mucha información, pero también mucha desconfianza. La fuente principal, para acceder a la figura de Jesús, son los evangelios, como podemos ver a continuación.

Jesús en los evangelios

Nace en Belén (Mt 2,1; Lc 2,4.6.15), siendo César Augusto emperador de Roma (Lc 2,1) y Herodes el rey de Judea (Mt 2,1). Es hijo de María (Mt 1,16.18.20; 2,11; 13,55; Mc 6,3; Lc 2,5.6.16.34). Circuncidado a los ocho días (Lc 2,21), recibe el nombre de «Jesús» (Lc 1,30; 2,21), «porque él salvará a su pueblo de los pecados» (Mt 1,20). Desconocemos detalles de su infancia, juventud y primera madurez, que transcurrió en Nazaret, aldea de Galilea. Siendo ya adulto, «Jesús se bautizó» (Lc 3,21) «en el Jordán» (Mc 1,9).

Después de ser bautizado por Juan no regresa a Nazaret, sino que va a Cafarnaún, junto al Lago de Tiberíades. Allí comienza su actividad de predicador itinerante: anuncia la llegada del Reino de Dios, y realiza signos salvadores. Es un maestro que enseña «con verdad el camino de Dios» (Mt 22,16). Se hace acompañar por un grupo de discípulos; a doce de ellos los constituye «apóstoles». Pronto encuentra la oposición radical de los judíos piadosos contemporáneos: los fariseos le acusan de tergiversar la Ley; los escribas de otorgarse el perdón de los pecados, reservado a Dios; los saduceos de atacar la institución del Templo. La actuación y el mensaje de Jesús «provocó en los judíos un mayor deseo de matarlo, porque no sólo no respetaba el sábado, sino que además decía que Dios era su propio Padre, y se hacía igual a Dios» (Jn 5,18).

En uno de sus viajes a Jerusalén para celebrar la Pascua, Jesús celebra una cena con sus discípulos (Mt 26,17-30; Mc 14,12-31; Lc 22,1-38). Esa misma noche, es traicionado por Judas (Mt 26,14-16. 47-56). Jesús es conducido a casa de Anás (Jn 18,13) y de Caifás (Jn 18,24), sumo sacerdote aquel año (Mt 26,3.57; Jn 11,49), que había dicho: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo» (Jn 18,14). De casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio (Jn 18,28), donde le espera Pilato; los judíos no tenían permiso para dar muerte a nadie, por eso piden a Pilato que sea él quien condene a muerte a Jesús: «crucifícalo» (Mt 27,22-23; Mc 15,13-14; Lc 23,21; Jn 19,6.15). Jesús carga él mismo con la cruz. Llevan a Jesús a un lugar, fuera de las murallas de Jerusalén, llamado «La Calavera» (Mt 27,33; Mc 15,22; Lc 23,33, Jn 19, 17 b), que en hebreo se dice Gólgota (Mt 27,33; Mc 15,22; Jn 19,17 b), donde lo crucificaron. Pilato manda escribir un título en la cruz que decía: «Jesús de Nazaret, el rey de los judíos» (Jn 19,19; Mt 27,36). El soldado romano dice al ver clavado a Jesús en la cruz: «Verdaderamente este hombre era justo» (Lc 23,47); María y el discípulo amado están «junto a la cruz» de Jesús (Jn 19,25). Los judíos piden a Pilato que baje de la cruz a los condenados porque es sábado (Jn 19,31).

Lucas narra, que «el primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los aromas que habían preparado […] Dos hombres se presentaron ante ellas vestidos con ropas deslumbrantes […] Ellos les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”» (Lc 24, 1-6).

Con este artículo, hemos querido realizar un recorrido rápido sobre la vida de Jesús, según nos narran los mismos evangelios.